Un Domingo cualquiera
Domingo 8 de noviembre.
ciudad de San Miguel, 21 hs.
Una salida como muchas otras en el auto,
manejando va tu pareja.
Atrás ellos, tus hijos,
dos niños de 5 y 7.
Jugando o peleando,
como es común entre hermanos.
El semáforo se pone rojo,
se forman filas en el carril del costado
y por detrás del auto.
De repente, se oyen gritos desesperados.
Desde los otros vehículos
se ve con horror cómo un hombre
apuñala a una mujer dentro del auto.
Los ocupantes de los autos se bajan,
y tratan desesperadamente
de abrir las puertas para rescatarte a vos y a tus hijos.
No lo logran, están trabadas por dentro.
Intentan romper los vidrios, pero tampoco pueden.
Una mujer en la calle se agarra la cabeza
y salta desesperada al temerse testigo de un femicidio donde poco pueden hacer por evitarlo.
Una moto se cruza delante de tu auto
para evitar que pueda arrancar.
De todos modos, él arranca y logra huir.
200 mts más adelante lo reducen.
Te auxilian a vos y a los chicos.
Él, al verse atrapado, agarra el cuchillo
e «intenta suicidarse» clavándose el arma en el cuello.
Todo este relato puede parecer una escena de película terror. Pero no, esto está basado en una historia real. 2 Jueves tras ese día se organizó una campaña de donación de sangre de cualquier grupo y factor para la víctima y cientos de personas marcharon hasta la plaza central del municipio bonaerense exigiendo que no haya impunidad para el femicida, Bruno Leonel Mauas.
La causa tiene caratula de “tentativa de femicidio agravado por el vínculo” pero surgen dudas mientras se esperan las pericias psicológicas para determinar la imputabilidad del acusado, tras su fallido intento de suicidio.
Hoy 25 de Noviembre, día en que se conmemora el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, Silvina Andrea Zurzolo se encuentra aún luchando por su vida mientras que su atacante permanece internado por lesiones que no fueron consideradas de gravedad.
El caso de Silvia no es un caso aislado, esa misma semana un estudiante atacó a dos profesoras de una escuela de danza. Quince días antes, otro estudiante mató a su ex profesora de Inglés. En la madrugada de hoy violaron a una joven de 25 años en el barrio Pedro Pico, en Bahía Blanca.
Según el observatorio de violencias de género «Ahora que si nos ven«, entre el 1 de enero y el 31 de octubre de 2020, ocurrieron 255 feminicidios en la Argentina.
- Hoy suman 256.
- Más de la mitad fueron a manos de parejas o ex parejas de las víctimas.
- 1 de cada 5 víctimas habían realizado al menos una denuncia contra el victimario.
- 16 de ellas tenían causas judiciales avanzadas.
Ahora mi propio relato como sobreviviente
Como sobreviviente de violencia de género puedo asegurar que en nuestro país las mujeres víctimas de esta problemática estamos absolutamente desprotegidas.
El padre de mis propios hijos ostenta 4 denuncias realizadas en diferentes comisarías, sin embargo poco le afecta.
Recién la tercera vez que lo denuncié hubo consecuencias. Pero no para él, para mí.
Tras denunciarlo en aquella ocasión fuí citada en una fiscalía bajo apercibimiento de que si no me presentaba podría recibir consecuencias negativas, el denunciado nunca fue citado a declarar.
La última denuncia, realizada en una comisaría cercana a mi domicilio, pasó inadvertida, salvo porque él se enteró cuando los “amigos” que tiene ahí le avisaron que yo lo había denunciado.
Una de las situaciones más graves que viví durante mi matrimonio con él fue la noche en la que me hizo arrodillar en el piso y poniéndome un arma en la cabeza me amenazó de muerte. Cuando pude recuperarme de la situación, llamé a la policía y lo arrestaron. A la mañana siguiente volvió a nuestro domicilio como si nada hubiera pasado.
Al tener “amigos” en la comisaría, lo habían dejado libre para que pueda ir a trabajar. Ese mismo día, el supervisor de la empresa para la cual trabaja se presentó en su puesto de trabajo y le sacó el arma reglamentaria con la que se desempeñaba como personal de seguridad. Cuando lo vi horas después él me dijo: “ Yo para matar a alguien no necesito un arma” Como en las ocasiones anteriores, la denuncia quedó en la nada.
En varias ocasiones traté de hablar con distintas personas acerca de lo que me pasaba, buscando ayuda, pero él era visto como un hombre de conducta ejemplar por la mayoría de nuestros conocidos. En otros casos parecían entender qué pasaba, pero persistía cierta indiferencia por la tradición que dicta que las personas que son testigos de estos casos no deben meterse en “problemas de pareja”.
¿Qué hubiera pasado si en el caso de Silvia los ocupantes de los otros autos no hubieran intervenido en la situación?
Las mujeres que somos víctimas de violencia de género necesitamos ayuda, dado que a menudo nos encontramos atrapadas en relación de tanto abuso y dependencia que salir solas de allí puede volverse imposible, especialmente cuando quienes amenazan nuestras vidas también hacen lo propio con nuestros propios hijos e hijas.
Necesitamos una sociedad y un estado dispuestos a transformar esta injusta y cruel realidad donde se violan derechos humanos sistemáticamente.
En Argentina existe desde 2009 la ley 26.485, “de protección integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres», que apunta a proteger de manera integral a las víctimas de violencia de género y hacer respetar los derechos de las mujeres en todos los ámbitos. Además, hay otras normas complementarias que apuntan a garantizar que las mujeres puedan vivir una vida sin violencia.
Sin embargo, ninguna ley, ni ningún recurso parece ser suficiente para protegernos de la violencia a la que somos sometidas cientos de mujeres a diario.
Cuando comenzamos la producción de “Mi Vida con C” pensamos en poner el énfasis en la necesidad de abordar la alfabetización sanitaria para poder responder mejor y antes a problemáticas de salud como el Cáncer y el Covid, pero resultó inevitable incorporar a la lista palabras como castigo, condena, casa, comprensión y coraje.
Por eso, además de continuar relatando el curso de mi tratamiento, vamos a comenzar en plantar.me a hablar de violencia. Violencia sexual, física, psicológica, simbólica, laboral. Violencia por parte de violentos, pero también por parte de quienes hablan y quienes callan, de familias, de instituciones, de los medios de comunicación.
Hablar de violencia y hacerlo poniendo el eje en las víctimas, porque aunque es crucial lograr medidas que castiguen las injusticias, hacerlo es solo secundario frente a la necesidad de acompañar y alivianar el tránsito de supervivientes en el camino a restablecer su calidad de vida.